UNIVERSIDAD MARIANA
PRINCIPIOS INSTITUCIONALES

Opción preferencial por la persona de Jesucristo y su Evangelio, razón de ser de la Universidad, para iluminar el ser y quehacer institucional.

Formación de la conciencia moral, la responsabilidad de las acciones, comportamientos y compromisos personales, ciudadanos y profesionales en la comunidad universitaria.

Responsabilidad en el anuncio del Evangelio de Jesucristo, expresada en el compromiso de vida de los agentes que conforman la comunidad universitaria.

Vivencia de la verdad del Evangelio en un diálogo abierto, continuo y progresivo entre fe, ciencia y cultura.

Concepción del ser humano como imagen y semejanza de Dios, único e irrepetible; con conciencia histórica; con capacidad de encuentro consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con la trascendencia; abierto al diálogo, y en esfuerzo constante por construir la libertad y la paz a partir de su proyecto de vida.

Una propuesta pedagógica centrada en el educando y en los valores del amor, la paz, la fraternidad, la solidaridad, la inclusión, la responsabilidad y el respeto por la vida y el medio ambiente.

Excelencia en los procesos académicos y administrativos para alcanzar los objetivos misionales de la Universidad.

Flexibilidad y pertinencia en la construcción y desarrollo del currículo de los programas académicos presénciales y a distancia.

Diálogo, construcción y transferencia de saberes, con base en procesos multidisciplinarios, interdisciplinarios y transdisciplinarios.

Equidad y justicia en la toma de decisiones sobre las situaciones que afectan la convivencia universitaria.

Apropiación del espíritu institucional por parte de la comunidad universitaria, manifestada en el compromiso con el ser y quehacer de la Universidad.

Autonomía para la toma de decisiones en los procesos académicos, administrativos y financieros, y de bienestar universitario.

Integralidad en el proceso formativo de los educadores y educandos.

Espíritu crítico para expresar su propio pensamiento, opinar diferente al otro y comprometerse con el desarrollo social.

La Universidad Mariana reconoce como fuentes inspiradoras de su acción formativa la Doctrina de la Iglesia Católica y el legado espiritual y educativo de la Beata Caridad Brader.

Concepción del campus universitario como un laboratorio de paz y convivencia donde impere el respeto por las diferencias, la tendencia a incluir en vez de excluir, y la armonía alegre de la fraternidad evangélica al estilo de Jesús, de María nuestra Señora, de San Francisco de Asís y de la Beata Caridad Brader.

Compromiso solidario con la situación, los intereses, las aspiraciones y la lucha de los más necesitados de la sociedad.

Autenticidad y sinceridad para vivir de conformidad con lo que se piensa, se siente, se dice y se hace.

Responsabilidad para asumir las consecuencias de las propias decisiones y actuaciones.

Compromiso orientado a formar profesionales responsables y sensibles.

Espíritu creativo y emprendedor para promover el desarrollo empresarial y el crecimiento económico de la región y del país.

Desde la Espiritualidad del Evangelio de Jesucristo y del carisma franciscano, y con el aporte de la ciencia, la filosofía y la pedagogía, la Universidad Mariana revitaliza permanentemente el aquí y el ahora de su quehacer educativo.

Mantiene la actualidad y pertinencia social de la oferta educativa y el mensaje evangelizador que a través de ella comunica, mediante la lectura adecuada de los signos de los tiempos.

La Universidad, como laboratorio de convivencia, construye y consolida permanentemente una identidad institucional, que trasciende las vicisitudes del discurrir histórico y el carácter cambiante de los tiempos.

La reflexión crítica y permanente sobre el devenir de las experiencias y vivencias institucionales en su misión formadora le permiten, a la Universidad Mariana, consolidar un horizonte de sentido siempre vigente y a la vez siempre nuevo para cada época y lugar.

La Universidad inscrita en el siglo XXI propone un nuevo ethos cultural que según Habermas es un proyecto nuevo para el mundo que supera la exclusión, la pobreza, la injusticia y encamina todo su quehacer hacia un proyecto de paz.

A través de su acción evangelizadora la Universidad Mariana reafirma la realidad humana, histórica pero, al mismo tiempo, testifica que esa realidad tiene sentido y significado porque hay un más allá de si misma.

La Universidad está llamada a responder desde una educación firmemente enraizada en el Evangelio de Jesucristo a los desafíos de cada momento histórico.

La Universidad Mariana propende por la formación en valores humano – cristianos, ciudadanos y sociales para, que al mismo tiempo que se contribuya al bien de la sociedad, las personas sean signo vivo de Dios en la historia y signo de esperanza para el tercer milenio.

El ser humano vive una alteridad permanente que se inspira en el reconocimiento de sí mismo, del valor de la comunicación con los otros, con el mundo y con Dios.

La ciencia, para nosotros, es un camino a la sabiduría que no descuida la importancia central y medular de lo más valioso en el mundo: la vida en todas sus manifestaciones que exalta las dimensiones sensibles hasta las formas más altas del conocimiento.

Luchamos por el establecimiento de una sociedad fraterna, que oponga un nuevo concepto de libertad a las brechas individuales y sociales que nos separan, de cualquier tipo que ellas sean.

Consideramos que es posible asegurar el futuro de la humanidad formando un ser humano capaz de construir solidaridad, justicia y paz.

Leemos constantemente nuestro entorno desde los valores de la vida, la libertad, la justicia, la solidaridad, la paz y la fraternidad que nos permite distinguir y discernir en los acontecimientos en qué momento se ponen en juego los medios o los fines, lo esencial o lo contingente.

Promovemos la autonomía que significa para nosotros darnos el lugar y el tiempo necesarios para encontrar respuestas y propuestas de solución a los problemas de nuestro entorno.

Orientamos nuestro quehacer hacia una ética de los máximos con el convencimiento que el ser humano está en la capacidad de dar toda su potencia al vivir la trilogía ciencia, cultura y ética.

Nos comprometemos con el desarrollo sostenible, formando personas con sentido de conservación ambiental y equidad social.

Privilegiamos la integración comunitaria, el trabajo con respeto por las comunidades mas afectadas por problemas ambientales en la región.

La Universidad propicia la educación y capacitación, para la creación y fortalecimiento de la conciencia ambiental a nivel institucional y de la región.

Asume su responsabilidad traducida en acciones para minimizar los impactos ambientales producidos por el uso irracional de los recursos naturales.

La Institución se compromete con la reducción del desperdicio y el consumo de materiales combustibles, energía y otros recursos naturales.

Generamos y socializamos el conocimiento a través del trabajo asociativo permitiendo el surgimiento de sinergias en el estudio de temas sin fronteras, como el clima, el agua, la seguridad alimentaria, entre otros.

El estudio de los problemas ambientales con equipos interdisciplinarios, desarrollando metodologías de trabajo en grupo y de ensamble entre diferentes ciencias que, específicamente aplicadas a las disciplinas, contribuyan al desarrollo sostenible.

Generadora de iniciativas que contribuyan a la prevención, control y minimización de impactos ambientales a través de planes, programas y proyectos integrales.

Participa activamente en iniciativas locales para la protección del medio ambiente.

Armoniza su política ambiental con las directrices internacionales, nacionales, regionales y locales.

Fomenta acciones que permitan incorporar el conocimiento de los fenómenos de contaminación, sus impactos y las respuestas de la sociedad ante las situaciones adversas asociadas, desde los primeros niveles de formación.

Prepara profesionales e investigadores que traten integralmente la incorporación de la temática ambiental en sus contextos laborales.

Forma profesionales e investigadores en el tema ambiental con alta sensibilidad social y ética, que sean conscientes de su papel en la sociedad y que desde el lugar que ocupen aporten para la solución de los problemas asociados a la degradación ambiental.

Se compromete con el rescate de las tradiciones locales y actividades ecológicas ancestrales, valorando el conocimiento con una actitud que le permita aprender de los demás.

Concepción del conocimiento como proceso dinámico, inacabado y en permanente construcción.

Reconocimiento de la intersubjetividad, de la racionalidad comunicativa y del consenso como criterios universales de validación del conocimiento.

Aceptación de la incertidumbre, de la probabilidad y de la aproximación crítica como principios inherentes a la elaboración del conocimiento.

Fomento del debate, de la discusión y de la confrontación de saberes teóricos y metodológicos como procesos de construcción de la comunidad académica universitaria.

Compromiso con la racionalidad ético-comunicativa del conocimiento frente a la racionalidad técnico-instrumental.

Reconocimiento del carácter histórico y relativo del conocimiento y el abandono de las concepciones ahistóricas, absolutistas y dogmáticas.

Diálogo e interacción permanente de los saberes científico, espiritual, ético, estético, socio-afectivo, religioso y cotidiano.

Uso de la razón como capacidad que analiza, interpreta, abstrae, deduce, argumenta y propone con coherencia lógica, modelar la acción transformadora de la realidad social.

Desarrollo de la capacidad de pensar críticamente, es decir, de pensar acerca de la condición humana en la situación conflictiva de vivir en sociedad.

Fomento de la vertiente ético-política como forjadora de modelos que facilitan el análisis crítico y la transformación de las condiciones socio-históricas.

Recuperación de las utopías y de la esperanza en un mundo mejor frente al desencanto del pensamiento posmodernista.

Formación en el proyecto ilustrado de la modernidad; es decir, en los más altos valores socio-políticos como la autonomía, la libertad, la justicia, la democracia plena, la tolerancia, la disposición a entender el punto de vista ajeno, la solidaridad, la convivencia pacífica y la rectitud de la acción política.

Privilegia las decisiones a favor del bien común sobre el individual.

Desde el pensamiento antropológico de la Beata Caridad Brader aceptamos que “No habremos logrado nada en la educación de la juventud, mientras no les hagamos sentir su dignidad humana y su grandeza cristiana”.

“Todo hombre es mi hermano” encierra la grandeza de la fraternidad universal de San Francisco de Asís.

Apoyamos con decisión el cambio de estructuras que van en contra del desarrollo armónico del hombre y de la mujer proponiendo siempre su inclusión y diálogo que le asisten por sus derechos y deberes.

La antropología cultural considera el mundo con sus costumbres y creencias, como el escenario donde se construye el proyecto de persona con la capacidad transformadora que le da su inteligencia y voluntad.

Son válidos desde la justicia los mecanismos sociales y políticos que se promueven desde la óptica del excluido, propendiendo el respeto de sus derechos, la equidad y la paz.

Consideramos válido que la Iglesia en espíritu de “koinonía” con los pueblos latinoamericanos tiene especial misión frente al restablecimiento del tejido social político y económico.

La filosofía del autodesarrollo constituye para la Institución la posibilidad de crecimiento y de mejoramiento de los miembros de la familia, célula de toda sociedad al margen de todo sistema alienante.

Desde la antropología filosófica consideramos el ser del hombre y de la mujer como conciencia de si mismo, ser en relación con el otro y en referencia al misterio de Dios, como determinaciones trascendentales.

La defensa de los valores fundamentales como la libertad, la autodeterminación, la razón, el espíritu, la corporalidad, la historicidad, la referencia al sentido de la vida y a la verdad es tarea permanente de la Universidad.

La Antropología teológica hace consciente al ser humano de su “autoexpresión de Dios” que lo impulsa a la trascendencia.

La etnoeducación propone retos y desafíos a la investigación para ordenar los fenómenos en extremo complejos y aparentemente discontinuos de la cultura trascendiendo la observación empírica para alcanzar realidades mas profundas. (Levi-Straus)

La Universidad reconoce la identidad y las tradiciones culturales de los pueblos como elementos básicos de su acción educativa.

RESPETO:

PAZ: Se deriva del latín pax, y es fruto de la sana convivencia. Implica el vivir de tal modo que los conflictos puedan ser superados en el marco de la convivencia fraterna y respetuosa; supone por lo tanto la tolerancia y la superación pacífica de los conflictos. Pablo VI la considera “el nuevo nombre de la justicia”, por lo que requiere un orden social justo.

INCLUSIÓN: Hace referencia al respeto a las diferencias individuales y condiciones iguales de participación en sociedad, independientemente de los valores culturales, raza, sexo y edad.

RESPONSABILIDAD: La responsabilidad es la conciencia acerca de las consecuencias que tiene todo lo que hacemos o dejamos de hacer sobre nosotros mismos o sobre los demás. Garantiza el cumplimiento de los compromisos adquiridos, y genera confianza y tranquilidad entre las personas.

SOLIDARIDAD: Es el sentimiento de unidad basado en metas o intereses comunes e implica reconocer los lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre sí en búsqueda de una meta común. Tiene que ver también con el esfuerzo para impulsar la libertad, la igualdad y demás valores morales en aquellos grupos que, por razones diversas, no pueden disfrutar de esos valores.

FRATERNIDAD: Proviene del latín, fraternitas, que corresponde a la amistad, afecto y amor surgido entre hermanos, iguales, o entre los que se tratan como tales. Al hablar de fraternidad podemos hablar también de hermandad. La fraternidad, en la espiritualidad del Evangelio, se fundamenta en la filiación divina: por ser hijos de un mismo padre – Dios, somos hermanos entre sí.