CESU
 Acuerdo por lo superior
2034
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tencia de finalidades materiales e intereses diversos a corto,
mediano y largo plazo.
La clave de humanidad en la finalidad del sistema educativo
a largo plazo emerge mediante los conceptos de equidad y
de justicia. El documento acota clarividente, ya lo he citado,
que las desigualdades discriminan en contra de los pobres,
los desfavorecidos, los excluidos. Estos son mayoría en falta
de acceso, escasa permanencia y graduación en todo sistema
educativo, por razones socio-económicas, lingüísticas o cul-
turales, por discapacidad o por disparidad territorial.
La clave de humanidad me conduce entonces a pensar que
el punto de convergencia de todos los demas ejes
” –los diez
grandes temas del sistema- no puede estar en la “
sosteni-
bilidad financiera
”, como lo propone el
Acuerdo
, aunque a
reglón seguido se precise, filosóficamente, que “
la financia-
ción no es un fin en sí mismo
”. Evidentemente, la finalidad
no es pues estructural o financiera. La finalidad del sistema
es, ya lo hemos acotado, una cuestión de articulación, de
religación, de ética.
La clave de humanidad da armonía al sistema y se apre-
cia también en el reconocimiento y el respeto del carácter
moral del individuo-persona-ciudadano, verdadero punto
de convergencia de los ejes cognitivos, psicológicos, físicos,
sociales, políticos, religiosos y financieros, cuando de educar
se trata.
Muchos autores lo han escrito y analizado: el mundo glo-
balizado contemporáneo deja entrever cada vez más una
finalidad de sistemas educativos desarticulados, centrados
en el progreso cuantitativo, materialista y en un desarrollo
meramente económico, por un lado. Y, por el otro, todas
las encuestas lo muestran: los padres de familia están dis-
puestos a pagar caro por dar a sus hijos un futuro mejor,
gracias a la educación. Razones por las cuales cientos de
lobistas militan por un “mercado educativo” abierto a la
libre competencia, fuese ésta leal o desleal. Esta menta-
lidad depredadora oculta la importancia vital de lo cua-
litativo, del pensamiento complejo y de la imaginación
poética. El mercado liberal desregularizado y desarticulado
es caldo de cultivo para egoísmos, odios y guerras. Ahí
prosperan las fuerzas de separación, dispersión y muerte.
¿Cómo canalizar esas fuerzas disipadoras? ¿Cómo educar
en ética de religación?
En
Los siete saberes necesarios para la educación del futuro
propuse una carta de navegación mental o metodología del
pensamiento complejo para responder a esas preguntas. Creo
pertinente recordarla a manera de contribución complemen-
taria a este
Acuerdo por lo Superior 2034
.
1.
Curar la ceguera del conocimiento
Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión.
La educación debe contar siempre con esa posibilidad. El co-
nocimiento humano es frágil y está expuesto a alucinaciones,
a errores de percepción o de juicio, a perturbaciones y ruidos,
a la influencia distorsionadora de los afectos, al imprinting de
la propia cultura, al conformismo, a la selección meramente
sociológica de nuestras ideas, etc.
Se podría pensar, por ejemplo que, despojando de afecto todo
conocimiento, eliminamos el riesgo de error. Es cierto que
el odio, la amistad o el amor pueden enceguecernos, pero
también es cierto que el desarrollo de la inteligencia es inse-
parable del de la afectividad. La afectividad puede oscurecer
el conocimiento pero también puede fortalecerlo.
Se podría también creer que el conocimiento científico
garantiza la detección de errores y milita contra la ilusión
perceptiva. Pero ninguna teoría científica está inmunizada
para siempre contra el error. Incluso hay teorías y doctrinas
que protegen con apariencia intelectual sus propios errores.
La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un
conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. De-
bemos enseñar a evitar la doble enajenación: la de nuestra
mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra
mente. Los dioses se nutren de nuestras ideas sobre Dios, pero
inmediatamente se tornan despiadadamente exigentes. Un
Dios es insaciable. La búsqueda de la verdad exige reflexibili-
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